Sólo existe una cosa peor que ser mujer en este mundo globalizado y machista; nacer niña en determinados lugares del planeta. Con el Día Internacional de la Mujer Trabajadora como telón de fondo, Amnistía Internacional difunde un informe denunciando la marginación y la violencia ejercidas sobre las niñas en el mundo. Se da la circunstancia de que en los países donde la desigualdad de género se hace más profunda, la pobreza y las precarias condiciones de vida son un factor determinante.
Escolares participan en el lanzamiento de la
Hay niñas que son agredidas camino de la escuela o en los patios escolares. La violencia contra las niñas se produce en numerosas instituciones educativas de todo el mundo, no sólo la infligen los profesores, sino los administradores, otros empleados de la escuela, estudiantes y personas ajenas al centro escolar.
Las culturas machistas, que aprueban la violencia basada en el género y tratan a las mujeres y las niñas de manera distinta a los varones y las consideran menos dignas de recibir educación y otros derechos humanos, campan a sus anchas dibujando un panorama de desigualdad y exclusión sin que nadie haga algo para intentar cambiarlo.
Hasta tal punto de inacción llega la situación, que, cuando las niñas denuncian casos de violencia, sobre todo sexual, con demasiada frecuencia se apunta a su conducta y se les acusa de haberlo provocado ellas mismas con su coquetería o por su presencia en lugares inadecuados.
La violencia ejercida sobre las niñas en determinados países puede llegar a provocar graves lesiones y daños físicos, como en el caso de Bangladesh, donde el 27% de las agresiones con ácido que se comenten en el país son contra menores y tienen lugar en las escuelas.
Los abusos y la explotación sexual son tan habituales, incluso por parte de los profesores, que en países como Togo se ha creado hasta un vocabulario exclusivo para describirlos y tienen unas consecuencias fatales en cuanto a embarazos no deseados y transmisión del VIH. Sólo en Tanzania, entre 2003 y 2006, fueron expulsadas de las escuelas más de 14.000 niñas de educación primaria y secundaria por haber quedado embarazadas.
El camino a la escuela se muestra como el lugar más peligroso de la jornada para que las niñas sean atacadas. En Zimbaue, el 50% de las alumnas de educación secundaria que participaron en una encuesta denunciaron contactos sexuales no solicitados con desconocidos en el trayecto hacia la escuela, y el 92% sufrieron proposiciones deshonestas de hombres mayores que ellas.
Una de las primeras consecuencias de esta violencia radica en la dificultad de acceso a la educación de las niñas, que se ve agravada en muchos países por las situaciones de pobreza extrema y la existencia de tasas escolares que dificultan su escolarización.
En lugares como Fiyi, la falta de escuelas cerca de los hogares obliga a muchas niñas a vivir con familiares lejanos. Una investigación con niñas en esta situación, que se vieron obligadas a abandonar sus estudios, reveló que el 26% de ellas habían sufrido agresiones sexuales a manos de varones de su familia.
También las niñas romaníes se enfrentan en varios países de Europa a obstáculos como la discriminación, los elevados índices de pobreza, las tradiciones patriarcales que conllevan unas expectativas más bajas para las niñas y su temprano abandono de los estudios para atender las obligaciones familiares o a un matrimonio a temprana edad.
En muchos países los padres se ven obligados a elegir quién de sus hijos recibe educación, porque la falta de ingresos hace imposible que la puedan recibir todos. Ante esta situación, la mayoría se inclina por otorgarla a los varones, condenando a las niñas de antemano a la falta de oportunidades. Existen niñas en Fiyi, Ghana y Jamaica que mantienen relaciones sexuales con hombres mayores a cambio de que las lleven a las escuelas y les paguen las tasas escolares que les impiden su acceso al saber.
Amnistía Internacional ha propuesto seis pasos para poner fin a la violencia contra las niñas en las escuelas, de manera que las autoridades e instituciones, incluidas las escuelas, colaboren en la erradicación de esta situación de desigualdad y discriminación. Estos son los seis pasos:
Prohibir todas las formas de violencia contra las niñas.
Hacer que las escuelas sean lugares seguros para ellas.
Responder a los incidentes de violencia contra las niñas con la ley y otros mecanismos apropiados.
Proporcionar servicios de apoyo a las niñas que han sido víctimas de violencia.
Derribar las barreras que impiden el acceso de las niñas a la educación.
Proteger a las niñas de los abusos elaborando códigos de conducta para el personal docente y el alumnado de las escuelas.
¿Se te ocurre a ti algún otro?
Si quieres participar en la campaña por el fin de la violencia contra las niñas en las escuelas, puedes hacerlo aquí.
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