¿Quién no se ha imaginado a sí mismo en una mansión de lujo, llamando con su campanilla al ama de llaves o al mayordomo chino estilo Falcon Crest? Ser multimillonario en euros significa vivir despreocupado de los temas habituales del común de los mortales, -hipoteca, colegio de los niños, cesta de la compra-. Por eso, los "millonetis" se pueden dedicar a visitar ferias como el "Luxury Market", en la que puedes encontrar desde un Ferrari hasta un aparato de Fitness acabado en oro. Ah, por si quiere ponerse los dientes largos, que sepa que para entrar le "soplarán" 200 euros.
No todo el mundo puede entrar en el exclusivo mercado del lujo. Quien quiera ver antigüedades de la casa Hamild, limusinas, chalets de alto estánding o complementos de Loewe, tendrá que retratrarse a la entrada pasando por taquilla. Que el lujo también es eso: poder permitirte ver productos pagando un cuarto del sueldo normal de un mileurista.
Si puede permitírse entrar, la visita no le defraudará: encontrará el último modelo de Masseratti, jets privados, diamantes para la eternidad, -ya se sabe que el diamante es el best girl0s friend-, o piezas de marfil de especies en peligro de extinción. Son en total 29 expositores, que dicen conformarse con fidelizar a sus clientes habituales. Y claro, para que los millonarios consumidores se sientan a gusto, la muestra ameniza la velada con conciertos de música de cámara y jazz y con delicatessen servidas por restaurantes de alta cocina con jamón de calidad 5 jotas, ostras, vinos y cavas del Castillo de Peralada.
Bien, y ahora la reflexión. El mismo día que algunos se daban el caprichito de 200 euros por ver el último diseño de Loewe, 18.000 niños murieron de hambre. Cientos de empresas cerraron; 10.000 personas perdieron su empleo... Puede que el comentario sea demagógico, pero no deja de ser cierto. En estos tiempos de crisis en los que mucha gente tiene muchos problemas para llegar a fin de mes, en los que el paro es una realidad trágica que diariamente se vive en cientos de hogares, la ostentación de lujo sin ningún tipo de miramiento se antoja obscena. Poner en el ojo público que unos pocos disfrutan de lo que algunos ni siquiera se atreven a soñar por si les cobran, parece algo realmente alejado de la realidad social en la que vivimos.
Supongo que es legítimo celebrar una feria como Luxury market. Pero quizás es inoportuno, con la situación económica en la que está entrando España, que se haga de una manera tan frívola. ¿Qué mundo estamos construyendo entre todos?
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