Junio: claustro obligado

Comienzan los exámenes de junio y los estudiantes se encierran. Un duro mes en el que tratarán de hacer valer todo el esfuerzo del año para obtener las mejores notas. Llegan los nervios, la tensión y el café por doquier. Exámenes finales: días cortos y noches largas.

Siempre me ha recordado la época de exámenes a las tandas de penaltis en una final de fútbol. Lo injusto que resulta jugártelo todo a una carta. Si atinas, héroe, si hierras, villano. La nota final dependerá de tu último examen.

Los temarios que has ido acumulando y los trabajos que se te han juntado, harán del mes de mayo una preparación para lo que se avecina en junio. La agenda se te queda pequeña y el calendario aprieta. Cada vez, más cerca los finales.

El flexo cumplirá a pleno rendimiento y la cafetera no dará más de sí. Prometiste en septiembre que este año no te pillaría el toro pero, no sabes cómo, lo has vuelto a hacer. Está todo por decidir y no hay tiempo que perder. La nota de ese examen, por mucho que hayas hecho o dejado de hacer, será la que marque tu futuro y la que determine si este año has rendido. Cualquier error será fatal.

Sin duda es la peor época para los estudiantes, que ven cómo este periodo se hace eternamente difícil. Trasnochan y madrugan, duermen sin descansar, y el esfuerzo empezará a hacer mella. La maratón será larga, nada de sprint. El que no se dosifique se quedará en el intento.

Si pasas por una Facultad no te pierdas el espectáculo que se vive dentro. Apuntes por los pasillos y nervios a flor de piel. Repasos en voz alta y dudas sin resolver. Anotaciones sobre la mesa y ayudas en los bolsillos. Todo vale. Cualquier cosa para no volver en septiembre con una materia que ni te sonará y para no volver a ver a ese profesor que te ha hecho la vida imposible con sus lecciones magistrales.

Apoyen los codos y no claudiquen, que la empresa es difícil y la recompensa alta. No claudiquen y ánimo, que como dijo aquél: son pocos y cobardes. ¡SUERTE¡