El Gobierno tiene que "mojarse"

Excelente oportunidad para José Luís Rodríguez Zapatero para demostrar la contundencia de su acción de Gobierno. Después de las abundantes lluvias producidas en Catalunya, y tras la agria polémica en torno a la "guerra del agua", el Ejecutivo puede ganarse la credibilidad de los ciudadanos.

Cuando hace unos meses el Gobierno aprobó el controvertido "mini-trasvase" en favor de Barcelona, para paliar las consecuencias que la sequía estaban produciendo en Catalunya, se abrió la "guerra del agua". Los presidentes autonómicos de Murcia y Valencia, entre otros, pusieron el grito en el cielo para protestar por una medida indigna e injusta.

Ahora la situación es otra. Entonces, el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero calificó la medida de urgente y necesaria, atributos que hoy parecen cuestionarse tras las lluvias recogidas en las últimas semanas. Sin duda, la situación hidrográfica de Barcelona ha cambiado:

• EMBALSE FOIX: El agua embalsada a día de hoy asciende al 47.84% de su capacidad, mientras que el año pasado la cifra se colocaba en el 46.04%. Durante la última semana el caudal de agua ha experimentado un incremento de más del 12%, no sólo aliviando la situación sino mejorándola mínimamente.

• LA BAELLS: Este embalse está exactamente igual que el año pasado. Su nivel de agua se sitúa al 56.88%, con un incremento durante la semana pasada de más del 15%.

• SAU: El tercer embalse de Barcelona presenta una situación todavía mejor. El agua acumulada llega al 40.61%, tres puntos por encima del ejercicio anterior, y con un incremento de más del 10% respecto a la semana anterior.

Estos datos ponen de manifiesto que el Decreto ejecutado por el Gobierno era justo y necesario porque el suministro de agua peligraba. Ahora bien, las medidas se adoptan cuando hacen falta; y gracias a las lluvias de mayo se puede afirmar que  ese "mini-trasvase" ya no es justo ni necesario.

Por ello, y para ganarse el apoyo de los ciudadanos, José Luís Rodríguez Zapatero debería demostrar, si es que puede y quiere, que aquél decreto no respondía a favores políticos ni guiños personales en agradecimiento a las aportaciones electorales desde Catalunya.

Si el Presidente deroga lo que él aprobó, demostrará que sus medidas de Gobierno responden a la necesidad de la sociedad, y que en virtud de la misma se desarrollan las leyes.

Esa sería la mejor respuesta a las críticas que levantó en Camps y en Valcárcel, en Valencia y Murcia respectivamente. Y sería una prueba de lo fiable que puede ser su gestión política, extrapólese a otras materias.

Sin duda, el Gobierno tiene ante sí un órdago en la mesa. ¿Sabrá jugar?