La Selección italiana de fútbol quedó huérfana con la retirada de su eterno capitán, Paolo Maldini, un jugador que a sus 40 años sigue jugando en la élite del fútbol y sigue cosechando títulos. Con él en el terreno de juego, el catenaccio se nos hacía más dulce.
Cannavaro (EFE)
No todas las estrellas marcan goles, también los evitan. Tal vez los jugadores más legendarios han jugado en la línea defensiva, caracterizándose por mandar, organizar y liderar al resto de compañeros. Desde atrás se puede observar los errores de tus compañeros y con un grito y cuatro órdenes bien dadas te conviertes en la extensión de tu entrenador.
Paolo Maldini, un defensa que en 20 años ha sido expulsado tan sólo en dos ocasiones; un futbolista que ha jugado 126 veces con la camiseta nacional (posee el récord de internacionalidades) y que tras el mundial de Corea y Japón en 2002 colgó su dorsal para siempre. Después de jugar 4 campeonatos mundiales, nunca pudo levantar el título, tan sólo fue subcampeón en los famosos penaltis de EEUU 94. En cuanto a Eurocopas ha disputado 3 y tampoco ha ganado nunca. Es sin duda su gran espina clavada.
Su único equipo fue el Milán, con el que sí ganó 7 escudetos y 5 Champions y acumula más de 26 títulos... La semana que viene cumplirá 40 años, y su deseo es seguir recorriendo la banda del Milán, de la que ha sido, es y será dueño absoluto.
Su estilo es inconfundible. Lejos de la dureza propia de otros defensas, su contundencia no se ve perjudicada. La clase que tiene Maldini y su envergadura, 1,86 metros, le convierten en un defensa lateral atípico, puesto que su estado de forma le permite ser, con los años que tiene, un jugador que sube la banda y que tiene llegada.
Su valía no es sólo futbolística, sino también humana. El jugador tiene aptitud y actitud, y dentro del vestuario es considerado toda una leyenda viva del fútbol mundial y del fútbol italiano. El año pasado, a sus 39 años, fue declarado mejor defensa de la Liga de Campeones.
En Italia no se le ha buscado sustituto natural porque no existe. El molde de Maldini tardará mucho en dar otro jugador con las capacidades y las características que él tiene. Su posición en la defensa no es fácil de cubrir en una selección que se ha caracterizado durante mucho tiempo por su famoso catenaccio. Un cerrojo imposible de descifrar que ha llevado a Italia a ser 4 veces campeona del Mundo y una vez campeona de Europa.
Nunca se quiso equiparar, pero Fabio Cannavaro con 115 partidos disputados con Italia quiso acercarse a esta leyenda viva. Heredó su brazalete en 2002 y es en la actualidad el jugador en activo que más partidos ha disputado con su país. Tal vez eso sea lo que le haga acercarse a Maldini, aunque sea de lejos.
El central del Real Madrid ha disputado 3 Mundiales, de los cuales ha ganado el último en Alemania 2006 y Eurocopas ha ganado dos, pero como sub21. Sin duda, aquél mundial que ganó le sirvió para que el mundo del fútbol rindiera un homenaje a toda una carrera futbolística. Tras fichar por el Real Madrid, comenzó a recibir premios por doquier, entre ellos el Balón de Oro y el Premio World Soccer.
A Cannavaro le sucede lo contrario que a Maldini. Su tamaño menudo, 1,76, es más adecuado para jugar por las bandas pero él quiso ser central para pelearse con los grandes. Su juego duro pero deportivo y su flexibilidad en el área le hacen estar en todas partes y ser el verdadero sheriff de su portería. No le tiembla el pulso en sus marcajes y se emplea a fondo. Y todo ello acompañado de una clase que nada tiene que ver con otros centrales toscos y duros que hoy en día se estila. La sonrisa de Cannavaro conjuga con su contundencia.
Afrontaba esta Eurocopa con enorme ilusión para cerrar una vida en el fútbol llena de éxitos. Vigente campeón del mundo quería convertirse en campeón de Europa. El drama del fútbol sorprende siempre y, en un entrenamiento y en una jugada absurda, el jugador merengue cayó lesionado no pudiendo disputar ni un sólo encuentro con Italia en la presente Eurocopa. Tal es su peso en el vestuario, que siendo apartado de la Selección por esa lesión tiene su plaza en el banquillo, desde donde está siguiendo cada encuentro de sus compañeros. Eso sí es un jugador de vestuario.
El tiempo nos dirá hasta cuándo tenemos Maldini y hasta cuándo tenemos Cannavaro. Lo que sí es cierto es que estos dos defensas pasarán, cada uno a su forma, a la historia de la selección italiana de fútbol. Lejos de compararlos, cualquiera los querría pasa su equipo.
Carlos F.
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