El fútbol nos ha hecho llorar durante muchos años, ayer las lágrimas eran de alegría. Tras tantos años de mucho fútbol y pocos resultados, nuestro equipo va a luchar por ganar una Eurocopa. Y lo hizo al estilo español: con la épica por bandera. El fútbol no solo mueve millones de euros sino también millones de ilusiones y de emociones.
Hace 6 años, Íker Casillas agarró la titularidad de la Selección absoluta merced a una infortunio del entonces portero titular, Santiago Cañizares, después de que este se fracturara un dedo al caerle un bote de colonia en su pie. Aquél era el Mundial de Corea y Japón de 2002, y la figura de "san Íker" comenzó a formarse.
En el Continente asiatico, Casillas dio el pase a octavos de final con una actuación memorable, parando una pena máxima durante los 90 minutos y otras 2 durante la tanda de penaltis. Irlanda se estrelló ante el muro de Casillas y el portero del Real Madrid comenzaría una carrera futbolística memorable con tan solo 21 años haciendo grande a su club y a su país.
Hoy es el flamante capitán de la Selección española con 80 internacionalidades, y ayer de nuevo volvió a aparecer su figura cuando más se le necesitaba. En el minuto 60, cuando los italianos empezaron a abrirse y cargaban con más fuerza, Casillas paró un balón lanzado por Camoranesi tras un barullo dentro del área que pudo significar el mazazo de Italia. La pierna izquierda de Casillas evitó el gol y una vez más el espíritu de "San Íker" entró en escena. Más tarde llegó la tanda de penaltis. Sobre sus guantes la carga de todo un país, de toda una historia y de todas unas estadísticas que dejaban a España, una vez más, fuera de una Eurocopa y fuera de un Mundial. Dicen los expertos en la materia que los penaltis no son detenidos por los porteros sino errados por los jugadores. Estoy convencido de que esa sentencia la hizo un mal guardameta.
Casillas sabía que a su lado tenía al gran Buffon, que ya había parado un penalti en este Torneo frente a Rumanía, y que significó que Italia siguiera teniendo opciones para colocarse en estos cuartos de final. Su moral crecida, su fama certificada.
Villa y Cazorla habían cumplido transformando sus lanzamientos, y el campeón mundial Grosso también había marcado su penalti. Era el turno del jugador italiano De Rossi. Casillas se ajustaba sus guantes mientras el centrocampista de la Roma preparaba el esférico desde los 11 metros. Las miradas no se cruzaron, ambos miraban al balón. El jugador comenzó la carrerilla y en ese momento Casillas decidió tirarse con toda su alma a su lado derecho. De Rossi golpeó y Casillas detuvo estirándose al máximo. España metía un pie y medio en las semifinales.
Senna también marcó su penalti con un excelente disparo e hizo valer la ventaja del fallo de Italia. Toda la presión para Camoranesi, que no lo tembló el pulso y lanzó sobre la misma escuadra izquierda de Casillas para seguir vivos en la eliminatoria. Iker de nuevo se lanzó sobre su derecha.
Tal vez el lanzador que más dudas despertaba era Cazorla, teniendo en la retina la imagen de aquél joven jugador llamado Joaquín fallando su lanzamiento en Corea y Japón. Pero el chaval del Villarreal cumplió con nota. Ahora era el turno de nuestro pichichi español, Dani Güiza, del que nadie esperaba su error. Lanzó un disparo nefasto que Buffon pudo atrapar sin problemas y se esfumó la ventaja de nuestra Selección. Los ojos verdes del italiano brillaron y adivinaron el disparo.
España entera se paró. La historia volvía a repetirse y la suerte de nuevo nos abandonaba. Tuvimos un pie y medio en semifinales pero tras el fallo de Güiza los fantasmas nos desperataron del sueño. Casillas tenía el pase en sus manos: tenía que detener un penalti fatídico a Di Natale. Su concentración era máxima, sus ojos estaban en otro mundo. Hasta el momento se había lanzado siempre sobre su lado derecho, pero Casillas tenía un as en la manga.
Di Natale se tiró a por el balón con mucha fuerza para confundir a nuestro cancerbero. Casillas tuvo sangre fría y aguantó hasta la última milésima de segundo posible para intuir la dirección del balón. Al golpear Di Natale nuestro portero fue manejado por los dioses y se tiró a su lado izquierdo con toda su alma para despejar un balón que hacía historia. Todos sus compañeros, sin fuerzas y exhaustos por el partido y por toda la tensión acumulada, buscaron a su héroe para tirarse encima de él. La roja era una piña, todos estaban tocando el cielo.
Los aficionados no nos lo creíamos. La diosa fortuna vestía nuestra camiseta y quiso colocarnos en estas semifinales de una Eurocopa que será recordada como el fin de la maldición de cuartos. España está invicta en el campeonato y su portero lleva tan solo 2 goles en contra en 311 minutos disputados.
Ayer sí, ayer estos jugadores jugaron como saben e hicieron lo que les acredita: jugar al fútbol. Dieron la cara ante la vigente campeona del mundo y respondieron a las expectatvias de un país volcado con sus jugadores, de un país teñido de rojo. Las bocinas de los coches no pararon de sonar anoche y la bandera de España ondea en los balcones. Todos unidos por el fútbol, todos unidos por nuestro Selección.
Olé, olé y olé.
Carlos F.
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