Hay cientos y miles de platos "innovadores" que los cocineros de todos los lugares del mundo rico han servido durante las últimas décadas, imbuidos de un afán creativo, tal y como corresponde a los artistas verdaderos. Nos alegrábamos jubilosos ante cada uno de ellos, los comíamos, admirábamos y gozábamos, pero casi todas aquellas lúcidas e incuestionables propuestas en forma de plato han desaparecido de nuestra memoria; y ya no se ofrecen en las cartas actuales de los Grandes Maestros, tan preocupados, o más, con lo mismo que entonces: "innovar a toda costa".
Es más, si pusierámos hoy sobre una mesa aquellos platos tan "avanzados y lúcidos" que tanto nos gustaron, el espectáculo resultaría a buen seguro patético. Aquellas salsas ligadas con nata, aquellas guarniciones de chichinabo, aquellas combinaciones imposibles... harían que se nos partiera hoy la caja, más aún de lo que hoy se nos sigue partiendo.
Los Glotonios tenemos nuestra propia opinión al respecto, que, si no la conocéis, ya la iréis pillando si es que nos seguís leyendo, y a pelmas no nos gana nadie. Pero nos encanta el juego retórico, se trata de una perversión más de tantas que tenemos los dos verracos: ¿Cómo puede ser que aquello que nos parecía magnífico (hace veinte, quince, diez o cinco años), no haya dejado rastro en nuestro patrimonio gastronómico? ¿Cuántas de aquellas propuestas salvaríamos hoy?
Si eran, realmente, tan celestiales, ¿cómo es que hoy no figuran en las cartas de sus propios creadores? En literatura, en las artes plásticas, en música... resistir y aguantar el paso del tiempo es un valor cierto e incuestionable.
Y estas propuestas de hoy mismo, que tanto nos gustan, tan minimalistas, tan deconstruídas, tan atómicas, tan, tan tan tecnoemocionales... ¿qué nos parecerán dentro de diez años?
En cambio, unas almejas a la cataplana, un marmitako, una merluza en salsa verde, unos chipirones en su tinta, un cocido o caldereta de fundamento, una ensalada de escarola con fuste... aguantan perfectamente el tipo. Máxime si se les aplica el conocimiento y el avance técnico del que hoy disponen la mayoría de los cocineros.
Si la materia prima no desaparece, las generaciones venideras seguirán deleitándose con los platos denominados "clásicos", o con "los clásicos actualizados".
¿Qué es lo que diferencia a estos de aquellos que cubrían de gloria a sus autores y que ahora están en el olvido? ¿Por qué no consiguen las propuestas tan "teorizadas y espectaculares" —que aún nos siguen embaucando a los Glotonios y a todo quisque—, subir y permanecer al lado de una sopa de pescado como Dios manda?
¿Por qué será?
Dínoslo tú.
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