El presidente de Honduras será "quemado" en un avión F5 al finalizar el 2007

Tegucigalpa.-  El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, será "quemado" en un avión caza F5, como parte de las tradiciones de los hondureños para despedir el año que termina y recibir el siguiente, con la esperanza de que sea mejor.

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(EFE)

La "quema" de Zelaya será representada por un monigote, conocido como "año viejo".

La "quema" de Zelaya será representada por un monigote, conocido como "año viejo", elaborado a base de cohetes, morteros, petardos y otros fuegos artificiales, a los que se les prende fuego a la medianoche del 31 de diciembre de cada año.

En el último minuto de 2007, Zelaya será "quemado" por segundo año consecutivo, esta vez en un avión F5 de la Fuerza Aérea, elaborado con cartones y trozos de madera, para recordar el vuelo del 3 de mayo pasado, cuando dijo que por momentos no sabía si iba "patas arriba o patas abajo".

El creador de esos monigotes es el artesano Ismael Lagos, quien relató a periodistas que desde hace 24 años se dedica a la confección de "años viejos".

Lagos, quien reside en el sur de Tegucigalpa, ha expuesto este año su obra representando al mandatario a orillas de la carretera que conduce hacia el sur de Honduras, para que la admiren los peatones y conductores de vehículos.

Los "años viejos", por lo general representado por un hombre mayor en harapos, han proliferado este año en varios sitios de Tegucigalpa, en muchos casos como una forma de ganar algún dinero por parte de sus creadores, que por lo general son personas pobres.

El año pasado Lagos convirtió a Zelaya en un "año viejo" montado en un caballo relinchando, aprovechando una de las aficiones del gobernante.

Del ingenio de Lagos no han escapado otros presidentes de Honduras, como una forma de protesta por el mal desempeño que han tenido en la administración pública.

Otros "años viejos" son elaborados en diferentes regiones del país y quemados el 31 de diciembre, como una tradición en la que el personaje condenado a la explosión de cohetes y petardos es el año que termina.

En Honduras también hay muchas personas que suelen vestir muy elegante la noche del 31 de diciembre, con ropa interior de color rojo o amarillo, para recibir el año nuevo.

Ambos colores representan amor y pasión para algunos que se gastan dinero en fina lencería, indicó a Efe una vendedora de mostrador de una reconocida tienda de marcas en Tegucigalpa.

Otros alistan una maleta y a la medianoche dan varias vueltas por los alrededores de su casa o vecindario, con la esperanza de que el año que viene sea bueno en viajes al exterior.

En los altos estratos sociales, algunos despiden el año en Estados Unidos, mientras otros lo hacen en hoteles de lujo de las principales ciudades de Honduras, brindando con champán y luciendo disfraces.

Como en buena parte del mundo, consumen doce uvas, a razón de una por cada deseo que quieren durante el próximo año.

En la mayoría de los hogares hondureños la tradición gastronómica la marcan los tamales, una masa condimentada rellena con carne de cerdo o pollo; aceitunas, alcaparras, garbanzos y pasas, todo envuelto en hojas de plátano.

La pierna de cerdo horneada y las gallinas rellenas completan la mesa, mientras que el postre, por lo general, son las torrijas o torrejas, sumergidas en miel de dulce de caña preparada con canela y clavos de olor.