Una nueva musaraña elefante

MADRID.-  Es bastante improbable que aún queden mamíferos por descubrir, afirman los zoólogos. Son animales demasiado voluminosos como para haber pasado desapercibidos a las batidas de los investigadores, explican. Las mayores sorpresas nos las tienen reservadas los diminutos habitantes del reino de los insectos, del mundo de los microbios y del imperio de las plantas. Sin embargo, contrariando esa opinión, una musaraña gigante acaba de salir del incógnito, aumentando el inventario de la biodiversidad.

La musaraña gigante fotografiada por Francesco Rovero.

Las musarañas, los mamíferos más pequeños del planeta, parecen ratones, aunque difieren claramente en el hocico, mucho más puntiagudo en aquellas. Algunas son tan pequeñas que apenas pesan dos gramos y miden menos de ocho centímetros (cola incluida). Junto a topos y erizos, figuran entre los mamíferos más primitivos.

El nuevo miembro de esta familia ha sido bautizado Rhynchocyon udzungwensis por sus descubridores, lo que en buen romance vendría a significar "sengi de cara gris de Udzungwa". Este sengi (tal es el nombre bantú que reciben las musarañas gigantes), habita los bosques de las montañas Udzungwa, en la Tanzania meridional, y pertenece al grupo de las musarañas elefantes, así llamadas por su trompa, larga y flexible como la de los paquidermos (de hecho, su constitución genética tiene más rasgos en común con el elefante que con las otras musarañas). La curiosa criatura se alimenta de insectos, es peluda y pesa unos 700 gramos, toda una plusmarca en este tipo de mamíferos.

En su descubrimiento no intervino la casualidad. El primer retrato de una de esas musarañas gigantes fue obtenido por una cámara-trampa, colocada en las montañas tanzanias por Francesco Rovero, investigador del Museo de Ciencias Naturales de Trento (Italia). ¿Y qué se le había perdido a este experto en semejante espesura?, cabría preguntarse. ¿No tenía mejor lugar en donde poner sus aparatos? Pues no, el hombre estaba bien encaminado, ya que dichas forestas se caracterizan por su riqueza en biodiversidad. No por nada allí se habían descubierto seres como la perdiz de Udzwunga, la musaraña del Congo, el mono kipunji, amén de varios reptiles y anfibios.

Posteriormente, cuando el científico-fotógrafo examinó con calma las fotografías tomadas, le sorprendió el color del pelaje de la musaraña, y se las envió a su colega, el californiano Galen Rathbun. Este último aventuró que podría tratarse de una nueva especie. La hipótesis les animó a preparar una nueva expedición a los montes africanos.

Después de varias tentativas infructuosas –las redes resultaron demasiado pequeñas–, Rovero y Rathbun lograron cazar cuatro ejemplares y confirmaron sus suposiciones. En efecto, habían dado con una nueva especie, anunciaron en la revista The Journal of Zoology, a añadir a las 15 especies de musarañas elefantes conocidas.

La musaraña de Udzungwa no ha elegido el mejor momento para darse a conocer. El deterioro de su hábitat conspira contra el futuro de las poblaciones de «sengis de cara gris»; de hecho, tres especies emparentadas aparecen en las listas de animales en situación comprometida. ¿No sería una triste ironía que una especie irrumpa en escena para verse forzada a abandonarla poco más tarde? Queremos confiar en que la creación de la reserva natural Kilombero permitirá que ese corredor vital para animales que buscan refugio en la estación seca, siga amparándolos largo tiempo.