Las impresiones del último corresponsal en el Tíbet

Georg Blume y Kristin Kupfer eran los dos últimos periodistas occidentales en el Tíbet. Hoy les han expulsado de la región. Blume, corresponsal de los diarios alemanes Die Tageszeitung y Die Zeit, explica en este último que quien quiera averiguar lo que realmente está pasando debe hablar con los testigos de lo que está pasando, y eso sólo se puede hacer en el Tíbet. Hoy, sin periodistas extranjeros en la zona, mueren las opciones de que el mundo sepa lo que pasa en los próximos días. "Las posibilidades de explicaciones se han perdido", protesta Blume.

Kristin Kupfer

Georg Blume, en una fotografía (publicada por Die Tageszeitung) tomada por su compañera a principios de semana en Lhasa.

El periodista ha sido testigo de cómo la policía paramilitar buscaba casa por casa a los sospechosos de participar en las protestas tibetanas. Una de las últimas informaciones que retransmitió desde la zona explicaba cómo China ha reforzado enormemente la presencia militar en la zona. Al menos 200 vehículos militares con 30 soldados cada uno. Eso hacen unos 6.000 nuevos militares en un día.

Ahora, informaciones como ésta llegarán con más dificultad y menos precisión. Nadie podrá contar que la policía prohibió al hotel que renovara las habitaciones de Blume y Kupfer. Tal y como explica el periodista, ya no se podrán desentrañar las causas reales de la violencia, como la discriminación social y económica.

Georg Blume en Die Zeit

Últimamente no se sabía casi nada de lo que pasaba y algunas informaciones ya no salen a la luz.

Cuando las autoridades te expulsan vuelves a dudar si tienen algo que esconder.

Los ciudadanos en Lhasa son sorprendentemente abiertos hacia los occidentales.

Por el momento no podemos confirmar quién es responsable de los muertos del viernes. También yo di por culpables al principio a la policía militar. Ya que toda la ciudad está llena de uniformados. [...] Sin embargo, con frecuencia he hablado con testigos de los disturbios a los que esto les parecía improbable.

Desde el sábado han venido cada día al hotel. [...] Nos dijeron que habíamos sido tratados como privilegiados y que tendríamos problemas si no nos íbamos ahora.[...] Amenazaron con retirarnos el permiso de residencia general.