Turistas tras el oso cantábrico

La oferta de un operador británico -Naturetrek- de viajes a Asturias para avistar osos ha generado todo tipo de reacciones en esta región. Yo vengo de pasar unos días recorriendo estos valles con expertos franceses y españoles, visitando las principales áreas oseras, y puedo asegurar que resulta prácticamente imposible ver a este plantígrado. Ahora bien, sin entrar a analizar la oferta británica, para algunos turistas puede suponer suficiente recompensa el mero seguimiento de pelos, huellas, heces u otros indicios de este magnífico animal.

FAPAS

Un oso en Somiedo

La unión entre el turismo y la conservación es a veces posible, aunque se pague un precio que recaerá normalmente en la naturaleza. Los beneficios del turismo son obvios: generación de empleo y dinamización de economías rurales. Aún así, ante la posible llegada de más turistas a Somiedo, ecologistas, hosteleros y Administración muestran posturas diferentes.

El turismo emplea como reclamo especies claves y emblemáticas en determinadas zonas al igual que lo hacen los conservacionistas. Así se ayuda a la supervivencia del conjunto de los ecosistemas donde habitan estos animales, el lince es el emblema de Doñana, y bajo su paraguas se protegen otras especies, como pequeñas plantas, artrópodos o tantos otros eslabones de la cadena de la vida, que nadie mira, pero que son fundamentales para el funcionamiento del ecosistema.

Conviene tener en cuenta que es la calidad del hábitat lo que hace que ambos, oso y turismo, puedan convivir con el hombre en estos valles, uno como emblema y el otro como actividad para el desarrollo económico. Dado que los requerimientos en cuanto a la calidad del hábitat son altos, al proteger al oso se protege el lugar donde vive y muchas otras especies que le acompañan con requerimientos de hábitat más moderados (especie paraguas).

Diversas organizaciones como FAPAS llevan más de 25 años trabajando sobre estos hábitats, entre 1985 y 1989 pagando junto a la administración asturiana los daños causados por los osos. Desde entonces como desde hace cientos de años, se ha comprobado que estos animales cantábricos son comensales de la actividad del hombre rural de manera tan integrada que esa convivencia resulta indiscutiblemente la base de su supervivencia. Pero nuevas actividades pueden generar otros recursos para el oso. Incluso la lucha contra un problema como el cambio climático puede suponer también una oportunidad: Esto es lo que busca la campaña 'Más osos menos CO₂', que pretende aumentar la disponibilidad de alimentos para el oso a través de la plantación de frutales en zonas de alta montaña que también fijan CO₂.

El modelo de convivencia de hombre y naturaleza ha afectado y afecta de manera evidente a la conservación de nuestro patrimonio. Las actividades económicas como la agricultura o la ganadería conformaron el paisaje de nuestros campos, y su biodiversidad. Pero ahora es frecuente que con el abandono del campo se observen amenazas a nuestra biodiversidad ya que años de co-evolución definieron estructuras, como los muros de piedra, y usos, como las colmenas de las que se extrae la miel. Muchos de estos están más amenazados que el propio oso. Y la disponibilidad de recursos alimenticios también modifica los usos que el oso hace del hábitat, ya que arándanos, miel, carroñas de animales salvajes o cerezos silvestres escasean cada vez más, si bien aparecen otros nuevos como el castaño, frutales o colmenas domésticas, y carroñas de especies ganaderas.

En Somiedo el oso ha ayudado a mantener allí a su población rural y con ello sus pastos y paisajes habitados. En estos valles habitan entre 35 y 40 de estos animales. Sus poblaciones se recuperan lentamente tras muchos esfuerzo y años de trabajo para evitar su extinción. En Pirineos también hay otras pequeñas poblaciones que no cuentan con la aceptación social que se observa en la Cordillera Cantábrica, ya que el tipo de ganado de Somiedo es en su mayor parte de mayor tamaño, como vacas y caballos, y éstos no son objeto de ataques. Pero sí las ovejas, típico ganado que pasta en los prados de las montañas pirenaicas.

En el libro de la montería Alfonso X El Sabio describe las poblaciones de oso que habitaban la práctica totalidad de la Península ibérica, llegando hasta las sierras de Tarifa. Si ahora el oso ha quedado relegado a las cordilleras cantábrica y pirenaica es debido a la presión cinegética que en su día los llevó a refugiarse en las zonas más inaccesibles al ser humano, y por supuesto otras muchas actividades humanas que actualmente afectan al hábitat de forma evidente: carreteras, pistas forestales, estaciones de esquí...

El hombre y el oso siempre han convivido, y si queremos recuperar su poblaciones debemos tener presente que el número actual de osos en España ha de ir en aumento para llegar a niveles genéticamente viables. Hemos de tener en cuenta que hombre y oso, cuando coinciden, no se llevan bien, pero el oso es el que lleva las de perder.

* Amanda del Río es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature

(Las conclusiones y puntos de vista reflejados en este artículo son responsabilidad únicamente de su autor y no representan, comprometen, ni obligan a las instituciones a las que pertenece).