¿Qué hacen los creativos cuando no están pensando en anuncios?

Alguien que se autodefine como "creativo" tiene necesariamente que poseer algún otro talento además del de hacer anuncios. Como cualquier persona, tiene sus aficiones y sus obsesiones. En muchos casos relacionadas con actividades creativas o artísticas: pintar, escribir, fotografiar, incluso cocinar… ¿hasta dónde es ocio y hasta dónde una extensión de su habilidad profesional?

Toda actividad creativa tiene fuertes connotaciones hedonistas y exhibicionistas, la publicidad también. Así, los publicitarios tienen bien ejercitado el músculo del narcisismo, alguien dijo que no se puede ser creativo y humilde al mismo tiempo.

Consciente de ello, el Club de Creativos edita una colección de pequeños libros realizados por sus socios. La única premisa es que no se muestre trabajo real, sino el resultado de esas otras actividades no profesionales.

A posteriori

Los dos últimos de estos pequeños volúmenes acaban de ver la luz. Goyo Valmorisco presenta A posteriori, un trabajo fotográfico realizado por un redactor que hace tiempo decidió abandonar esa visión tan compartimentada de la profesión y que es fruto de la curiosidad del autor por "todo aquello que va surgiendo en la epidermis de la ciudad. Especialmente, el affiche".

A lo largo de todo un año, Valmorisco ha ido fotografiando los restos de carteles adheridos en esos lugares de la ciudad que él denomina "sus huertos", y que no son sino vallas de obra o paredes repartidas por la ciudad. En un primer momento, su intención era realizar una búsqueda estética en el azar, pero poco a poco comenzó a encontrar interesantes las segundas lecturas "los mensajes después de los mensajes. Carteles enterrados por otros carteles que cobran una nueva vida por la intemperie y los transeúntes".

Microrrelatos

El otro libro es Microrrelatos, de Paco Conde, un volumen que, como explica su autor, surgió de la casualidad. "Todo empezó un viernes cuando trabajaba en Saatchi & Saatchi", recuerda Paco Conde. "Era un día espectacular de principios de primavera. Yo estaba de muy buen humor y me apetecía compartir mi buen rollo con el resto de la agencia. Mandé a todos un e-mail titulado ‘Happy viernes’ en el que escribí un pequeño relato que improvisé en pocos minutos y mucha gente me respondió diciendo que le había gustado". A partir de entonces, todos los viernes Conde escribía su relato y se lo mandaba a su lista de amigos, dentro y fuera de la agencia.