"Los objetos, ¡No, gracias!"

Un diseñador que "odia los objetos". Que se define como un "ex-diseñador". Que crea tiendas de zapatos y les añade el eslogan "si no los necesitas, no los compres", y que ha publicado libros de cocina porque la comida es "lo que más le interesa como producto de consumo de masas"... Martí Guixé (Barcelona, 1964), es, cuanto menos, un artista peculiar. Pero es un creador. Y crea objetos ¿Cómo se come eso? Pues según sus palabras, porque necesita usarlos. Y ahí es donde aporta una nueva visión.

El trabajo de Guixé busca otras maneras de ver y de pensar. A causa de su actitud crítica y provocativa, su trabajo se asocia, en ocasiones, con el movimiento del diseño crítico, popularizado por Fiona Raby y Anthony Dunne. Pero, en general, él es más juguetón y menos moralista.

Su papel como 'ex-diseñador' es el de solucionar problemas. "Los proyectos que más me gustan son los que no intentan ser bonitos a través de la forma y el material" y añade: "Hay muchos productos en los que la forma no es importante y la función sí. Creo que la manera de conseguirlo es trabajar básicamente con ideas, así las formas y los materiales se convierten en anecdóticos".

En medio de un discurso en la conferencia internacional de Aspen (Colorado), el pasado junio, durante su turno de palabra, su confesión estuvo al borde de la 'blasfemia'. Entre diseñadores que habían creado algunos de los muebles icono de los últimos tiempos, diseñadores gráficos y arquitectos, expuso su visión argumentando: "Quizá, a lo largo de mi vida me compraré dos sillas, pero compro comida tres veces al día". Mientras muchos diseñadores optan por sorprender con una nueva y genial silla o con el último teléfono móvil, Guixé cree que el área del diseño más descuidada y a la vez más convincente, es la comida. En su opinión, la mayor parte es nostálgica y kitsch, inapropiada para la época actual. "La comida moderna debería ser comida sin platos ni utensilios, debería saber bien y ser natural, saludable y divertida de comer", comenta.

Desarrolló un nuevo concepto para Camper. Su nombre 'Foodball'. Guixé partió de la idea de que hoy tenemos comida basura artificial que parece hecha en casa, pero no debería ser así. De modo que "nosotros hemos desarrollado un nuevo tipo de comida natural semi-industrializada con una forma contemporánea —el balón—, el cual es fácil de comprar y de digerir. Es comida buena que puede ser comida rápido y nos ayuda a vivir más". Sus 'Foodball' estaban hechas de arroz inflado con setas orgánicas, tofu y algas o pollo. (Hablo en pasado, no sé si Camper metió un gol o no, pero creo que el proyecto no sigue en activo. Una pena).

"Contrariamente a lo que la gente pueda pensar, no estoy interesado en la gastronomía, en el comer o en la comida en general y, además, no sé cocinar. Me interesa la comida en el sentido de que es un producto para el consumo de masas y me gusta el hecho de que es un producto que desaparece —por ingestión— y se transforma en energía", explica.

En todo lo que hace intenta aplicar una máxima, "ser y pensar contemporáneamente". Trabaja con ideas convirtiendo las formas y los materiales en secundarios. "En mis proyectos culinarios, los productos comestibles se basan en la idea de que encajen en un estilo de vida contemporáneo. Tienen que responder a las demandas de un estilo de vida más complejo y más 'des-territorializado'" Es lo que define como 'La cocina meta-territorial'.

Guixé lleva diseñando tiendas para Camper desde los 90, pero la marca mallorquina no es la única que tiene la suerte de contar con él. Alessi, Chupa Chups, Vitra, Imaginarium... entre otros, han contado con su ingenio y su humor anárquico. Pero su obra, a nivel artístico, le ha llevado también al MOMA, al Centre Georges Pompidou,al Design Museum London...

Hoy, sus diseños van desde rollos de cinta adhesiva impresos con imágenes de un recargado marco o de un balón de fútbol (de manera que pueda ser enrollada para hacer una pelota), hasta un pincel-llave que diseñó para Die Imaginäre Manufaktur con las cerdas haciendo forma de llave.

Está claro que se divierte, disfruta con su trabajo e intenta que los demás también lo hagan. Guixé quita importancia al continente y revaloriza el contenido, dándole sentido por sí solo. La tendencia, en su opinión, pasa por abandonar los utensilios de cocina para comer. Lógico que sus compañeros de profesión lo tengan por un blasfemo, y eso debe de ser suave, seguramente algunos lo verán como el mismísimo Satanás en persona. Para sus proyectos culinarios, en lugar de huir de la denostada publicidad, le abre una nueva vía y opta por incluirla en los alimentos, así sucede con sus 'Calvin Klein Frittatas' o 'Judías IBM'. Como solucionador de problemas, ha decidido incorporar una semilla de naranjo en los palos de los Chupa-Chups, de manera que les está dando una segunda vida y además contribuye con el medio ambiente. Ha venido para revolucionar el mundo del diseño y, le pese a quien le pese, lo está consiguiendo. Su filosofía está calando y aunque sus proyectos culinarios no son aún fenómeno de masas, con el encorsetamiento de la industria de la alimentación y su consevadurismo, le ponen las cosas cada día más fácil para convertirse en una referencia global. Es una alternativa.

Pie de blog: Lo que me ha traído hoy a este genio a la cabeza son sus proyectos más recientes, la exposición Open-end en Bélgica, que parte de las fiestas populares de San Juan en Barcelona y juega con elementos relacionados con el fuego; y el PFIC Bar (iniciales de Public Fountain Ice Cube) en Turín, que consiste en la instrumentalización de un monumento público para desarrollar un negocio, vamos, publicidad de toda la vida, pero planificado como tal de antemano.