Máquinas ruidosas para soñar

BARCELONA.-  Antes que motores calientes y jarras de cerveza fría, lo primero que veo al pisar la fiesta del 105 aniversario de las ruidosas Harley Davidson, son las famosas espaldas anchas y barrigas grandes de sus dueños: los moteros, que llegaron conduciendo de toda Europa hasta Barcelona, para festejar un cumpleaños más del triunfo del diseño atado a la ilusión de rebeldía y libertad que representa la marca de Milwaukee, sobre la discreta y efectiva tecnología en serie que viene de Japón.

Leonardo Faccio

La silueta típica cubierta en cuero, barba y tatuajes, existe más allá de los míticos Ángeles del infierno y las historias cinematográficas al estilo Easy Rider. Después de 105 años sobre ruedas, los moteros de Harley han logrado mimetizarse con sus máquinas pesadas y escandalosas. Quizá sea por la misma extraña razón por la cual la gente, con el tiempo, empieza a parecerse a sus mascotas o a sus parejas. Hombre y moto se convierten en una sola cosa y ahora veo a miles –unos 15 mil en total- bajo las torres venecianas de la Plaza de España, cuando están a punto de hacer estallar sus motores para recorrer la ciudad presumiendo de belleza exuberante y kitsch.

Después de Roma, Barcelona es la ciudad de Europa con más cantidad de motos y la que más ventas de Harley Davidson ha registrado en toda España: más de 600 sobre las 4.750 que se vendieron el año pasado, según los representantes de la marca. Por eso y por el clima veraniego, los responsables de la firma, cuya central europea está en Oxford, eligieron Barcelona en 2003 para festejar sus 100 años de vida. Y ahora, que llega el 105 aniversario la volvieron elegir como punto de encuentro de los que en la jerga llaman chapters (capítulos); agrupaciones de voluminosos hombres que hoy están aquí: los de Londres, Berlín, Milán, todos con la inscripción bordada en la espalda de sus chupas de cuero XXL y agrupados bajo una misma sigla: HOG, que significa Harley Owners Group.

El HOG es una especie de Club universal de moteros adictos a Harley Davidson que acaba de cumplir 25 años de existencia y que está abierto a cualquiera que decida pagar, al menos, los 7.790 euros que cuesta el modelo más económico: Sporster, de 883 cm³ de cilindrada. "Porque más que una moto, Harley representa un estilo de vida: rebeldía y libertad", repite con tono de vendedor experto Joseph Garañó, el director de Harley Davidson en España que, a pesar de su experiencia, no puede explicar a qué se debe la extraordinaria mímesis entre hombre y moto que veo desde que llegué a esta estruendosa concentración.

El sonido: poc, poc, poc, de sus motores, seco y potente como un cross en la mandíbula, es propiedad registrada de la marca y hoy aquí hay miles que han pagado una fortuna para sentirlo vibrar entre sus piernas. José Ignacio, que ronda los 50 años y tiene esposa e hijos, es uno de ellos. Ha pagado 23.000 euros por su máquina importada, igual que sus cinco amigos, con los que formaron un grupo que llaman los Ferromotos, pues todos son maquinistas de Ferrocarril en Cataluña y se han gastado sus ahorros para alcanzar este sueño de "rebeldía y libertad" que vende Harley. Igual que el inglés Brian Southgate, carpintero profesional y miembro del club HOG, que a sus 59 años llegó de Londres conduciendo junto –o mejor dicho, delante– de su esposa en su moto de 1.500 cm³ de cilindrada y tres ruedas, con la que acaba de ganar el primer premio de su categoría en el concurso Custom Bike Show: el primer reconocimiento público que recibe después de haber pagado 44.000 euros por su reliquia niquelada.

A la vista no hay nadie en este encuentro que pueda comprar un modelo Harley sin forzar su presupuesto. Y mientras camino entre tanto olor a cerveza y salchicha asada que impregna la fiesta, me acerco al origen de la mímesis entre hombres y máquinas. Vladimir, un lituano que vino especialmente a la concentración, me tira una pista más sobre la causa de tantas manos curtidas, espaldas anchas y barrigas hinchadas: "Este es un mundo de hombres de más de 40: obreros de toda la vida y muy cerveceros, como yo", me dice Vladimir que a sus casi 50 años de edad, con esposa, dos hijos y una hipoteca, se endeudó para recuperar ese sueño de rebeldía y libertad que alguna vez tuvo y ahora vuelve a sentir, aunque sea por un rato, montando su moto a toda velocidad.

Leonardo Faccio

Brian Southgate, ganador del concurso Custom Bike Show.