Egoyan afirma que "la reflexión pasa a segundo plano cuando se adquiere más dramatismo"

Valladolid.-  El cineasta Atom Egoyan, que ha presentado hoy "Adoration", un filme sobre la intolerancia religiosa y el papel de internet para alcanzar una audiencia global, ha afirmado que "la reflexión sobre cualquier asunto pasa a un segundo plano cuando se representa de forma más intensa o dramática".

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(EFE)

El cineasta Atom Egoyan, hoy en Valladolid.

Su nuevo filme, una producción franco-canadiense, ha optado hoy a la Espiga de Oro del Festival de Cine de Valladolid y reflexiona sobre el problema del terrorismo islamista y la capacidad de un medio como internet para forjar la imagen que las personas desean transmitir de sí mismas.

"El mundo está cambiando constantemente", ha afirmado el cineasta, en referencia a la irrupción de las nuevas tecnologías y su papel dentro de la democratización de la información, que a su juicio tiene como consecuencia cosas buenas pero también una "cara negativa", que es la de que todo el mundo puede opinar "al mismo nivel".

En su nueva película, el joven protagonista utiliza internet para difundir una tortuosa historia que él mismo atribuye de forma ficticia a su familia, un pasado terrorista sobre el cual opinan y se involucran frívolamente decenas de personas en un salón de chat visual de la red.

"Hay personas que utilizan las circunstancias y sufrimientos ajenos para resolver una tensión propia", ha añadido Egoya, quien ha atribuido a internet el aspecto "perverso" que aporta su autoridad para proyectar una voz con "grandiosidad".

En este sentido, el cineasta ha señalado que los mensajes "parece que adquieren mayor relevancia cuando se trasmiten con mayor intensidad", ya que "la idea de mantener un criterio reflexivo sobre cualquier circunstancia pasa a un segundo plano por la representación dramática de las cosas".

En "Adoration", el tema del terrorismo está en órbita durante toda la trama, un problema que el protagonista transporta a internet, donde se ve inundado por un relativismo absoluto por el cual parece que "todo es terrorismo", ha afirmado.

Mediante un paralelismo entre su propia afición al teatro durante su adolescencia y la forma de actuar de Simon, el protagonista, quien desconoce gran parte de la historia real de su familia, Egoyan ha sentenciado que "el público limitado ya no vale, porque hoy un chaval, a través de las nuevas tecnologías, puede alcanzar una audiencia y una repercusión global".

Así, en su opinión, "la búsqueda de identidad tiene que hacerse en un entorno físico, no virtual", como acaba experimentando Simon, quien durante la primera mitad de la película "navega" en la ficción de su imaginación en busca de la suya, mientras en la segunda "se mete en la realidad" para asumir la verdad.

Egoyan, uno de los cineastas más laureados en la Seminci durante los últimos años, ha reconocido que cuando escucha hablar de sus primeras películas le permite comprobar "cómo ha cambiado el mundo" cuando "queda evidente" que tras la llegada de las nuevas tecnologías, éstas saturan a las personas con "casi un exceso de intimidad".

Respecto al estado actual del cine, Egoyan ha recalcado la situación "paradójica" que se ha creado, porque "se siguen haciendo buenas películas pero cada vez es más difícil exhibirlas en las salas de cine", por el interés de la gente de verlas en su casa a través del DVD.