El cantante de Noir Désir ¿tiene derecho a la reinserción?

[En agosto de 2003, Bertrand Cantat, líder de la banda francesa Noir Désir, mató de una paliza a su pareja, la actriz Marie Trintignant. Ambos eran muy populares y la muerte de Marie (tras varios días en coma) conmocionó a Francia. Cinco años después, Cantat ha salido de la cárcel, ha publicado nuevas canciones con su grupo, y la polémica —sobre todo en la blogosfera— está servida. Este artículo se ha publicado originalmente en el medio digital francés Rue89.]

Un año después de la liberación condicional de Bertrand Cantat, su grupo sube a internet nuevas canciones. ¿Culpa moral, redención artística? Los medios de comunicación y la blogosfera están que arden. Pero los juicios morales eclipsan quizás lo esencial.

Noir Désir estaba oficialmente 'durmiendo' desde la muerte de Marie Trintignant en 2003. Tras haber cumplido la mitad de su pena, Bertrand Cantat vive desde octubre de 2007 en libertad condicional. Y en la mayor discreción, hasta que se han subido a Internet dos canciones, que se pueden descargar en la web del grupo.

Un regreso que también pretende ser discreto. El grupo calla. En su página web se contentan con presentar en unas pocas líneas sus nuevos títulos, concluyendo con que: "Aparte de eso, Noir Désir está trabajando…" Contactada por Rue89, su discográfica, Barclay, guarda también un silencio absoluto. Sin embargo, Internet se desata.

En Rue89 los debates también han sido animados. ¿Puede un cantante condenado por una muerte tan horrible volver a subirse al escenario? Después de todo, su oficio es cantar: ¿con qué derecho se le puede privar de él? De acuerdo, pero esta supuesta discreción, ¿no será una estrategia de marketing?

Hasta que se escuchan las canciones en cuestión. Una versión del 'Tiempo de las Cerezas' y una balada comprometida también, 'Ganadores/Perdedores' [para escucharla, dale al play, junto a la foto], que denuncia el capitalismo y a la pareja 'Nicolás y Pimprenelle'. Ahí es donde los debates se ponen interesantes: ¿se trata realmente de 'Noir Déz' o del mediocre Raphaël o incluso de Trust?

Para muchos bloggers, la respuesta a los interrogantes morales y musicales es simple. Sí, Noir Désir tiene el derecho —y, para algunos, el deber— de regresar. Pero no de esta manera. Veredicto inapelable de La Blogothèque.

¿Éste es el Cantat que se transformaba en rey, el que llevado por el viento te pedía que lo arrojases por la borda, el que hacía como si nada? No, en realidad, no. En su lugar, un Cantat una pizca bobalicón y no muy inspirado. Demasiado literal en su indignación. El Cantat que yo conozco siempre ha tenido el don de ir más allá de la fórmula establecida, más allá del eslogan. Sabía conciliar la época y lo íntimo, sabía decir palabras que me cogían de la cabeza y por las tripas, de los hombros, en un abrazo, de alguna forma, fraternal. No hay mucho de eso en estos garabatos.

¿Arrepentido?

En Fluctuat, Easywriter prefiere dirigirse directamente a Cantat:

Ya sabes, Bertrand, que todos estamos esperando el regreso de una canción política de la que no tendremos vergüenza, eso que siempre habéis hecho mejor que nadie. (Cuando digo 'todos' me refiero a los que tienen más de 30 años, de izquierdas, que escuchan rock para ir deprisa por la vida). […] Joder, Bertrand, volved de Verdad.

Sólo una cosa es segura, 'Noir Déz' no ha perdido sus fans. En ¡Rehaz el mundo antes de que él te rehaga!, la emotiva crónica de un concierto de 1986 quiere recordar al Cantat anterior al drama:

Y entonces él llegó. Nunca lo olvidaré. El primer riff de guitarra nos dejó completamente clavados. Hasta dejamos nuestros vasos. Nos miramos, Manu y yo y dijimos: ‘¡Guau!’ Entonces él cantó. Y todo el mundo se calló. Todos, absolutamente todos, estábamos a la vez bajo el encantamiento, como abatidos. Con la boca abierta. Totalmente subyugados.

Claramente, Cantat no es un condenado como otro cualquiera, lo que explica el enfado de Lola al escuchar 'Ganadores/Perdedores':

El método no deja de ser sospechoso, dado que este regreso tira de la cuerda política, y no es lo ideal hacerse con el debate cuando uno se apellida Cantat. No porque se cometan otras injusticias en el mundo hay que minimizar las propias y hacer como si no se tratara de nada, sobre todo cuando se está a prueba.

Los incondicionales no esconden sus esperanzas: que estas dos canciones anuncien un nuevo álbum y un regreso a la escena. Y Un día seré profe se rebela contra las críticas:

¿Marie Trintignant? Sí, es, efectivamente, muy triste. Ninguna vida debería detenerse tan rápido. ¿Bertrand Cantat, un asesino? Él lo reconoció. ¿Castigarlo hasta el final de su vida (y por ello castigar a sus compañeros de grupo) porque provocó un accidente mortal por el que siente, a todas luces, remordimientos suficientes para no volver jamás a ser el mismo hombre? ¡Claro que no! ¡Por eso lo digo! ¡LO GRITO! ¡ESPERO QUE NOIR DÉZ VUELVA A HACER PRONTO UNA GIRA!

Entonces, ¿hay que pasar página? Pensamientos de borracha piensa que sí, sin ocultar sus dudas:

Nunca he tenido ganas de tomar partido en esta historia, nunca, de defender a Cantat. Más bien estaba a punto de gritar cuando me decían que si el pobre, que si la pasión, que si la enajenación del momento, etcétera. (…) Pero ahora 'él' ha salido de prisión. Y su profesión es cantar. (…) Finalmente, de lo que aquí se trata es de reinserción. Por supuesto, en este caso es mediática y social. Pero el fondo del problema, ¿no es éste? ¿Es posible, tras la cárcel, retomar la vida con la cabeza alta o el antiguo criminal debe ir con las orejas gachas incluso después de haber cumplido su pena?

¿'Con la cabeza alta' o 'las orejas gachas'? En todo caso hay que volver a dar una oportunidad a Cantat, estima La mujer de Georges, que cuenta su propia experiencia —"una de cal y otra de arena"— para explicar su opinión:

¿Y si estuviera muerta? Desde lo alto de mi nubecilla paradisíaca no habría soportado en absoluto que esta sociedad, la mía, siguiese lanzando un juicio lapidario y definitivo sobre este hombre, mi hombre al que yo amaba con locura, incluso después de que haya pagado su 'deuda' con los hombres de buena voluntad (pero, ¿cuál es el precio exacto que hay que pagar? ¿diez años, 20 años, 40 años, dos millones, 20 millones, dos euros?). Por ello, propongo humildemente que dejemos en paz (además, ¿por qué hablo de ello?) de una vez por todas a Bertrand Cantat, a Noir Désir, al alma de Marie.

*Este artículo se ha publicado originalmente en el medio digital francés Rue89.