Cabalgata de Reyes en el Cabo de Hornos

Michel Desjoyeaux a bordo del Foncia, en cabeza desde hace 20 días en la regata Vendee Globe, vuelta la mundo sin escalas, sin asistencia y casi sin sentido, espera iniciar el paso del Cabo de Hornos a partir de las 16,00 de hoy en Europa. Cuenta con experiencia en este trance, ya cruzó el primero en la edición de 2001. Cuando se cumple el día 56 de regata, el cabo que marca la diferencia, el sueño o la pesadilla en la vida de un marino ofrece su cara habitual en estas fechas, vientos fuertes de 40 nudos y oleaje del oeste que han de ayudar a los dos primeros al cruzar esta barrera tan física como sicológica. Si las condiciones meteorológicas se alían con la tecnología, Michel y el segundo clasificado, aproximadamente a 70 millas tras él, Roland Jourdain a bordo del Veolia, se comunicarán con sus fans por video conferencia (Pincha aquí para conectarte).

Doblar el Cabo es un punto de inflexión en la regata. El grupo de cabeza de la flota recibió un serio castigo en su despedida del Pacífico, una depresión con vientos que alcanzaron los 60 nudos y olas de seis a nueve metros se cebó en los cinco patrones franceses que desde el Cabo de Buena Esperanza y el abandono por rotura del palo del inglés Mike Golding, lideran la prueba en una línea de casi 500 millas, el sexto lugar lo ocupa la inglesa Samantha Davies, que a 2000 millas del primero se ha garantizado un honroso lugar en esta edición.

A la repugnante situación meteorológica debieron sumar la amenaza difundida por la organización de la regata, de una posible presencia de bloques de hielo mucho más al norte de lo habitual. Si la cabeza de la flota deja hoy el Pacífico, la cola formada por los barcos del austriaco Sedalcek y del francés Dinelli, a más de 6000 millas, deja el Índico y entra en el océano que nunca hace honor a su nombre. Y menos en esas latitudes.

Amenaza de Icerbergs

Esta gélida invasión de latitudes demasiado al norte es lo que ha obligado a la organización a subir casi cinco grados las 8 "puertas de seguridad", zonas balizadas por GPS, que obligatoriamente han de cruzar los participantes y que les hacen desistir de navegar demasiado al sur, evitándoles dolorosos encuentros con las invisibles masas heladas. Con ello el recorrido se ha incrementado en casi mil millas sobre las 24.400 de la edición anterior.

Se han cumplido dos tercios del trazado, se dejan atrás dos océanos realmente dañinos y el ascenso atlántico es considerado con un dulce regreso a casa en el que los marinos muestran lo mejor de si mismos. Aplican sus mejores tácticas, sus conocimientos de meteorología, y apuran sus veleros que llegan a este último tramo seriamente fatigados.

16 abandonos, 14 supervivientes

El mismo día que se celebra el paso del primero por uno de los más concurridos cementerios marinos del mundo, se ha producido un nuevo abandono. El inglés Malbon ha comunicado a la organización que problemas estructurales le obligan a navegar hacia algún puerto de Nueva Zelanda para reparar. Esta sexta edición de la regata, como las anteriores, ha dejado un reguero de víctimas que penosamente buscan un lugar en el que refugiarse. El sábado 3 de enero Unai Basurko, el único navegante español inscrito y que abandonó en el descenso por el Atlántico frente a las costas de Brasil por problemas en los timones, ha logrado entrar con su Pakea Bizkaia en el puerto portugués de Cascais. Mucho más lejos largaba el ancla Derek Hatfield, en el estuario del río Derwent muy cerca de Hobart, la capital de Tasmania. Su Algimouss-Spirit of Canada sufrió graves daños en un largo vuelco con mar desordenada hace una semana al sur de Australia.

El resumen de fracasos sería el siguiente: el francés Eliés fue rescatado por la marina australiana después de romperse una pierna en de una maniobra no muy arriesgada, su barco quedó a la deriva y se da por perdido. Dos vieron salir volando el palo: el francés Peyron y el inglés Golding, y buscan puerto en estos días con aparejo de fortuna. El suizo Stamm naufragó cuando intentaba refugiarse en una inhóspita bahía de las islas Kerguelen, latitud 50º sur, a medio camino entre Sudáfríca y Australia. El también suizo Wabré recaló en el puerto australiano de Fremantle con serios problemas en su orza, no sin antes protagonizar el bello gesto de desviarse de su ruta para proporcionar algo de gasoil y alimentos a Peyron. Los franceses Josse y Dick se arrastran en dirección a Nueva Zelanda, el primero sufrió un vuelco continuado que arrasó su cubierta y muchos de sus aparatos de navegación y el segundo ha roto y reparado sus timones durante un mes, ha perdido uno y conserva el segundo en muy malas condiciones. Tres se quedaron por distintas roturas en las inmediaciones del puerto de salida. Y el resto navega por el sur del Índico o del Pacífico intentando llegar más o menos intactos al puerto más próximo.