Imaginemos que una chica es asesinada y la televisión encuentra una mina en las fotografías de su red social, donde incluso aparecen su presunto asesino, sus cómplices y amigos inocentes. Las emiten sin inmutarse, pero ¿tienen derecho a ello? ¿Pertenecen a quien las subió o a la página que las alberga?
El consejero delegado y fundador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Imaginemos también otro caso. Un medio de comunicación lee las condiciones de uso de la red social más popular del mundo y se da cuenta de que le estamos regalando todo el material que subimos a ella, y que nuestros textos e imágenes seguirán siendo suyas para siempre, incluso si la abandonamos. ¿No es un abuso?
Ambos supuestos son muy distintos, pero han servido para abrir casi de forma simultánea el mismo debate (el de la privacidad y la seguridad de las redes sociales y sus draconianas cláusulas de uso) en España y en Estados Unidos. En un caso ha sido el asesinato de la joven Marta del Castillo y el tratamiento mediático de su condición de usuaria de Tuenti. En el otro la excusa ha sido el cambio de las condiciones de uso de Facebook para arrogarse el uso perpetuo de los contenidos de sus usuarios, una cláusula que la presión de los usuarios ha conseguido revocar. En la polémica versión, se le concedía a Facebook una "licencia irrevocable, perpetua, no exclusiva, transferible, ya pagada, mundial" para "usar, copiar, publicar, retransmitir en 'streaming', almacenar, retener, retransmitir públicamente, transmitir, escanear, reformatear, modificar, editar, enmarcar, traducir, resumir, adaptar, crear obras derivadas y distribuir a través de múltiples soportes" los contenidos subidos, una condición que sobreviviría "al término de tu uso del servicio de Facebook".
En España, ocho millones de personas, el 44% de los internautas, usan las redes sociales. Pero son pocos los que piensan en las consecuencias de aceptar apresuradamente unas condiciones de uso que nadie lee, que se pasan a toda velocidad en busca del botón "sí, acepto" pero que poseen la validez de un contrato y nos rigen en unos entornos, los virtuales, que también tienen sus leyes. "Más de 175 millones de personas usan Facebook. Si fuera un país, se trataría del sexto más poblado del mundo. Nuestros términos [de uso] no son sólo un documento para proteger nuestros derechos, es el documento que regula cómo es usado el servicio por cualquiera en todo el mundo", decía Mark Zuckerberg en el post en el que anunciaba la vuelta atrás en las condiciones de uso de la red que fundó hace cinco años.
Los farragosos documentos están escritos por abogados que tienen el fin de hiperproteger a sus clientes, y pueden ser abusivos. "Como en todo contrato de adhesión, se hace sólo lo que beneficia al cliente hasta llegar a la paranoia. Como no tienes delante a nadie que se enfrente, haces el contrato ideal", nos explican las fuentes jurídicas consultadas. Las cláusulas más polémicas suelen tener relación con la propiedad intelectual de los contenidos. "¿Deben los usuarios tener el control completo sobre su contenido? ¿Deben los mensajes y las fotos ser borrados si una persona elige dejar un sitio como Facebook o MySpace? ¿Tienen derecho los sitios a utilizar los contenidos de alguien para sus propios propósitos?", se preguntaba la BBC tras la polémica sobre las condiciones de uso de Facebook. ¿Y quién se lee las 17.500 palabras de los términos de servicio de iTunes antes de comprar una canción? ¿Y las 5.500 palabras de la licencia de Vista antes de encender un nuevo PC?, se cuestionaba Rob Pegoraro en el Washington Post.
El equipo de Tuenti con su fundador, Zaryn Dentzel
Ícaro Moyano, director de Comunicación de Tuenti defiende que "ninguna plataforma hace uso comercial de los contenidos" de los usuarios, pero que necesitan que sus cláusulas sean así de restrictivas "para poder retirar imágenes o emprender acciones legales para defender a nuestros usuarios cuando sea necesario". Acciones como, por ejemplo, las que se han efectuado en relación al asesinato de Marta: borrar su perfil y el de su presunto asesino (y hacer que desaparezcan también de toda la maraña de fotos, vídeos y conversaciones generados por terceros). Pero también para emprender acciones contra algunos medios de comunicación por difundir contenidos de su red incumpliendo sus términos legales, algo que están estudiando hacer. ¿No es más importante el derecho a la información de los medios que el contrato privado de los usuarios con Tuenti? "Consideramos que no —explica Moyano—- porque se han difundido contenidos que no tienen nada que ver con el caso de Marta".
Un informe (pdf) de la Agencia Española de Protección de Datos y el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO) alertaba la semana pasada sobre los términos de uso de las redes sociales:
Los usuarios aceptan con frecuencia condiciones de uso relativas a la protección en materia de propiedad intelectual, por las que ceden plenamente sus derechos de explotación a las plataformas, para que los utilicen libremente durante un plazo máximo legal de 5 años. Si a lo anterior se añade que la mayoría de las plataformas analizadas recogen condiciones de uso confusas, con redacciones frecuentemente extensas, de difícil comprensión y que habitualmente son alojadas en lugares del sitio web de difícil acceso para el usuario, se puede concluir que el número de usuarios que leen detenidamente y comprenden dichas condiciones legales no es alto. (...) Es frecuente que la cesión de todos los derechos de propiedad intelectual de los contenidos creados a favor de la plataforma se realice de forma poco reflexiva con lo que existe un posible riesgo para los usuarios.
Aunque Facebook nunca llegue a atreverse a realizar una campaña de publicidad con las fotos íntimas de sus miembros, ni Tuenti exija nunca a sus usuarios que retiren de Fotolog las imágenes que han colgado previamente de su web, podrían perfectamente hacerlo. En algunos términos de uso se llega a la cesión de derechos en exclusiva, lo que significa que la red social posee más derechos sobre un contenido que la persona que los ha generado y subido. "El Usuario cede en exclusiva a TUENTI y para todo el mundo los derechos de reproducción, distribución y comunicación pública sobre los contenidos que suministre a través del Sitio Web, así como el de modificación para adaptarlos a las necesidades editoriales de TUENTI, y garantiza además la legítima titularidad o facultad de disposición sobre dichos derechos", afirma el aviso legal de la red social española. Es decir, las fotos de Marta en Tuenti, en realidad, son de Tuenti.
En el caso de menores de edad, las dudas sobre las condiciones que aceptan se multiplican. Incluso en el hipotético caso de que las lean y acepten, que un menor otorgue su consentimiento no significa que sea consciente de ello. También depende de sus padres su derecho a la imagen, y cuando el progenitor de un menor exige el borrado de su hijo en una red social suele ser hecho inmediatamente.
Los propios amigos son también un problema de privacidad en si mismos. En el caso del asesinato de Marta, parece que los periodistas llegaron a la información sobre su entorno a través del único perfil abierto de los cuatro detenidos, Javier; también el único menor. En un nivel mucho más habitual, cuando se publican nuestras fotos o vídeos se suele vulnerar nuestro derecho a la imagen porque no solemos autorizar su difusión. Los problemas pueden ser también técnicos: los fallos de seguridad pueden ser utilizados para obtener datos personales e información teóricamente privada (véanse este enlace). Y siempre hay picardías con las que conseguir lo que otros creen privado.
Sin embargo, en la práctica el mayor peligro consiste en la propia inexperiencia de los internautas, que además de "aceptar sin mirar" no utilizan las herramientas proporcionadas por las redes para gestionar su privacidad o retirar contenidos que vulneren sus derechos. El 43% deja su perfil visible para todo el mundo por defecto. Tuenti es más seguro: casi el 95% de sus usuarios tienen sistemas de privacidad activos. La mayor o menor tendencia al "juego limpio" de la página web puede ser decisiva, en sus condiciones de uso y más allá. Por ejemplo, pueden decidir si nuestro perfil es accesible desde Google o mucho más difícil de encontrar, si se mantiene abierto o no por defecto, o si se permite que un desconocido nos etiquete en una foto para siempre.
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