La familia de un preso navarro muerto en Tánger cree que hubo negligencia

Rabat.-  Un preso navarro interno en la cárcel de Tánger (norte de Marruecos) falleció ayer por complicaciones de una infección de oído y su familia ha acusado a las autoridades marroquíes de haberle desatendido cuando se encontraba enfermo.

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(EFE)

En la imagen, un vigilante del puerto de Tánger controla que varios jóvenes no accedan a las instalaciones portuarias en busca de una oportunidad para cruzar el estrecho de Gibraltar.

Francisco Chasco Cabezón, de 47 años, natural de Pamplona, murió tras pasar dos días en un hospital de Tánger, donde ingresó inconsciente procedente de la enfermería de la cárcel al sufrir una infección de oído que derivó en una meningitis bacteriana, explicaron a Efe por teléfono fuentes de la familia.

Según estas fuentes, Chasco padecía una infección desde hace 18 días que fue tratada con antibióticos por una médico.

Tras diez días de tratamiento el recluso recayó y, según la familia, pasó el martes y el miércoles de esta semana, festivos en Marruecos, en estado grave dentro de su celda sin recibir la atención médica que necesitaba.

Según dijo a Efe un portavoz del hospital provincial Mohamed V de Tánger, Chasco ingresó de urgencia el jueves por la noche procedente de la cárcel "inconsciente, en estado crítico y con una meningitis producida por una infección del aparato auditivo".

Su muerte se produjo ayer alrededor de las 13.00 GMT.

Para la familia, si Chasco hubiese sido atendido el mismo martes tras empeorar su estado, habría salvado su vida, por lo que no descartan emprender acciones legales contra la prisión marroquí.

Fuentes de la cárcel de Tánger declinaron dar una versión oficial sobre las condiciones de la muerte hasta mañana lunes, aunque adelantaron que el fallecido sufría de una enfermedad "desde hace mucho tiempo".

Compañeros de Chasco dentro de la penitenciaría explicaron a Efe que éste fue condenado a una pena de dos años de cárcel por tráfico de hachís y que ya había cumplido 16 meses de su condena.

Las condiciones en la cárcel de Tánger, según denunciaron estos mismos reclusos españoles en el centro, no cumplen con los mínimos de habitabilidad e higiene.

Uno de estos presos narró a Efe, a condición de preservar su anonimato, que comparte una celda de 20 metros cuadrados con otros 37 reclusos, y que en ella hay ratas, piojos y pulgas.

El canciller del Consulado español en Tánger, Javier Riosadido, que declinó hacer declaraciones, se encuentra con dos hermanas del fallecido para realizar los trámites oportunos.