No hay garbanzo

"Ha llegado el momento de tomar la decisión de suprimir la publicidad de TVE", afirma la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, mientras mueve hábilmente tres tapones de botella de coñac sobre una caja de cartón. Asegura que, a partir del próximo mes de septiembre, no veremos ni uno solo de los aproximadamente 400.000 anuncios que emiten anualmente entre La Uno y La 2. ¿Dónde esconde el garbanzo? Es decir, ¿quién financiará entonces TVE? De ninguna manera los ciudadanos, dicen los ganchos, sin dejar de mirar nerviosamente a los lados. Pero recuerden: la mano es más rápida que la vista...

(EFE)

¿A quién va a bebeficiar su plan?

A la subvención habitual del Estado (unos 550 millones), y para compensar la pérdida de publicidad, se recurrirá a tres factores: una tasa por la utilización del espacio público radiofónico, las televisiones privadas (contribuirán con el 3% de sus ingresos anuales, alrededor de 140 millones de euros) y los operadores de telecomunicación (0,9% sobre sus ingresos, entre 220 y 240 millones de euros). Son las reglas de un juego que, según la vicepresidenta, "clarifica el panorama de cara a próximos retos que tenemos que afrontar".

Tiene mucha razón la socialista Fernández de la Vega. Clarifica el panorama de cara a los próximos retos que tendrán que afrontar... ¡las televisiones privadas! Serán estas cadenas las grandes beneficiadas con esta jugada, puesto que tendrán acceso a los 500 millones de euros liberados de la publicidad de TVE, mientras que sólo se verán obligadas a contribuir con unos 140 millones. Al mismo tiempo, los operadores de telecomunicación consideran que "la medida es injusta, desproporcionada, dañina e ilegal", y amenazan con aumentar sus tarifas de telefonía e internet. Es decir, que serían los ciudadanos quienes sufrirían una subida de precios que les llevaría, de una manera un tanto retorcida (vía telecos), a financiar la nueva TVE sin publicidad.

El problema es, en cualquier caso, el mismo de siempre. La eterna pregunta sin respuesta: ¿hacia dónde va la televisión pública, cuál es su futuro? Ahora sabemos que no tendrá publicidad, ni dinero para competir con las privadas por grandes eventos deportivos, y que la seguiremos pagando nosotros (vía impuestos y facturas telefónicas). Pero seguimos desconociendo lo fundamental, es decir, el proyecto. ¿Se convertirá TVE en una televisión pobre y marginal? ¿Intentará diferenciarse definitivamente de las comerciales? ¿Apostará sin complejos por la cultura, el entretenimiento de calidad y la información independiente?

Este debate no existe. De momento, el proyecto sólo es económico. Por eso me temo que cuando todo esté firmado, y Fernández de la Vega grite "¡Agua!", sólo quedará una polvareda y la caja de cartón: la nueva sede de TVE. Los directivos actuales y los mejores trabajadores se irán esfumando por esos callejones oscuros que conducen a las privadas. Entonces nos daremos cuenta de que debajo de ningún tapón había garbanzo.

P.D.

Cuentan que sólo cuatro días después de la salida de Javier Díez de Polanco del Grupo Prisa, Juan Luis Cebrián presentó un borrador de acuerdo a Mediapro para hacer las paces, desbloquear la guerra del fútbol y facilitar la fusión entre Cuatro y La Sexta. La respuesta de Jaume Roures a tan generosa oferta no se hizo esperar: con el diario Público del sábado se podía comprar, por 1Ž50 euros, el DVD con el partido Real Madrid-Barcelona del famoso 2-6. Un encuentro cuyos derechos pertenecen a Sogecable.

A eso se le llama "negociar".