Ferrera corta una oreja en una deslucida corrida de Zalduendo

Badajoz.-  El torero extremeño Antonio Ferrera paseó la única oreja concedida en la tercera corrida de la Feria de San Juan de Badajoz, en la que se lidiaron seis deslucidos, mansos e impresentables toros de Zalduendo, en una corrida en la que Morante la Puebla y Miguel Ángel Perera mostraron su voluntad y valentía.

ampliar foto

(EFE)

El diestro Antonio Ferrera brinda su primer toro al también torero Israel Lancho, herido recientemente durante una faena en Las Ventas durante la corrida perteneciente a la Feria de San Juan de Badajoz, en la que ha compartido cartel con Miguel Ángel Perera y Morante de la Puebla y se han lidiado toros de la ganadería de Zalduendo.

Los seis toros resultaron de presencia desigual, faltos de casta en su mayoría y fueron protestados por unas siete mil personas que ocuparon poco más de la mitad del aforo de la plaza.

Antonio Ferrera, media estocada y cuatro descabellos. Silencio. Pinchazo y estocada. Una oreja.

Morante de la Puebla, tres pinchazos y estocada. Silencio. Estocada. Palmas.

Miguel Ángel Perera, estocada. Saludos. Estocada y tres descabellos. Palmas.

Antonio Ferrera, con un toro alto de aguja, distraído y parado, alegró la parroquia en banderillas cogiendole el sitio al astado en el segundo par jadeado por el público.

Brindó al torero extremeño Israel Lancho, aún convaleciente de la grave cogida sufrida en Madrid el pasado mes, y se entregó en una faena porfiona, trabajada y meritoria pero con escaso lucimiento dado las malas condiciones del animal. No obstante, el torero mostró su pundonor y el toro su mansedumbre buscando las tablas.

Con el cuarto de la tarde, Ferrera jaleó la arrancada del astado con los vuelos de su capote llevándole al caballo, cuidando la movilidad del astado que le permitiera el lucimiento en banderillas. Así lo consiguió a base de insistir, provocando la arrancada del parado animal y a su vez los aplausos del públicos.

Morante de la Puebla bosquejó algunas pinceladas con el capote ante un toro que tuvo una lidia acelerada por parte de los peones de turno y llegó a la muleta echando la cara arriba e incomodando al matador, al que no dio ningún tipo de facilidades.

El quinto toro de la tarde, un tanto deslucido, fuertemente castigado en varas, Morante le sacó algunos muletazos vistosos a base de insistir y arriesgar lo que el toro no merecía.

Con los pies juntos y sin enmendarse, recibió Miguel Ángel Perera al primer toro de su lote para ofrecer una faena meritoria ante la escasa presencia, la falta de casta y la brusquedad del protestado animal, que no permitió el lucimiento del torero salvo en contadas ocasiones.

Cerró plaza otro toro de Zalduendo, parado ya de salida y embistiendo de fea manera, escarbando y calamocheando, poniendo en peligro la integridad física del matador, que todo lo tuvo que hacer en busca de un lucimiento que el toro le negó en todos los sentidos.