La tierra arde en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel

Ciudad Real.-  La tierra continúa ardiendo en pleno Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel que, como nunca antes, está acusando la ausencia de agua que sufre este humedal manchego desde hace varias décadas.

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(EFE)

La tierra continúa ardiendo en pleno Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel que, como nunca antes, está acusando la ausencia de agua que sufre este humedal manchego desde hace varias décadas. En la imagen, detalle del estado en que se en cuentra el suelo de Las Tablas.

El incendio de turbas que se declaró a finales del mes de agosto en este espacio natural, como consecuencia del proceso de degradación que vive por la reiterada falta de agua, sigue activo y extendiéndose a lo largo del cauce de la Madre Vieja del río Guadiana, lo que está provocando una alarmante pérdida de la estructura del suelo.

El director del Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel, Carlos Ruiz de la Hermosa, ha explicado a EFE que cuando se queman las turbas, como resultado de la acumulación de materia orgánica, principalmente vegetal, que se ha ido depositando bajo la superficie del agua a lo largo de cientos de años, se produce esta pérdida de estructura.

La actual situación de sequía que vive el parque ha provocado que esta materia orgánica acabe sufriendo un proceso de desecación que reduce su volumen, contrayéndose y originando profundas grietas que aparecen sobre el suelo que antes estaba inundado.

Es a través de estas grietas por donde el aíre penetra y oxida la materia orgánica, aumentando progresivamente el proceso de oxidación, que produce la elevación de la temperatura del terreno, hasta provocar que las turbas entren en autocombustión, lo que da lugar a la formación de un "brasero" bajo la tierra, que llega a alcanzar una temperatura superior a los 220 grados centígrados.

Carlos Ruiz ha explicado que, en la actualidad, Las Tablas de Daimiel están sufriendo un claro proceso de degradación de las turbas del cauce del río Guadiana, que se manifiesta en profundas grietas y colapsos del terreno, algunas de las cuales llegan a alcanzar los 2,5 metros de profundidad y, en algunos casos, se han registrado colapsos de hasta 4 metros de profundidad.

De continuar esta tendencia actual de desecación y no producirse una mejora sustancial en el estado hídrico del Parque Nacional, el proceso seguirá con consecuencias "muy negativas" para la conservación de este espacio natural protegido.

La peor de estas consecuencias, ha matizado Ruiz, será la disminución de la capacidad de retención de agua del cauce del Guadiana, lo que puede limitar notablemente la futura inundación del humedal.

"La pérdida de las turbas supone reducir la capacidad de retención del agua, aumentando la velocidad de infiltración, y en el futuro puede estar condicionado el encharcamiento del parque".

Otra de las graves consecuencias que puede provocar esta situación, de prolongarse en el tiempo, es la degradación de la estabilidad del vaso de Las Tablas de Daimiel, donde se podrían incrementar el riesgo de hundimientos del terreno.

Teniendo en cuenta los antecedentes de autocombustión de las turbas en otros tramos del río Guadiana, en el entorno inmediato al Parque Nacional, Ruiz ha comentado que "existe un riesgo real de que se produzca este fenómeno de mantenerse el actual proceso de desecación en el interior de Las Tablas".

Ha recordado que en el Parque Nacional las turbas se extienden por unas 150 hectáreas de terreno, que deberían ser inundadas para evitar que esta situación se agravara aún más.

En este sentido, ha asegurado que "es necesario una importante aportación externa de agua" para frenar este proceso que ahora se concentra sobre 2,5 hectáreas de terreno.

La actual 'Zona 0' donde se registra el incendio de turbas se concentra entorno a la conocida como Isla de las Cañas, donde los técnicos se afanan sin cesar para frenar la autocombustión.

En este punto del Parque Nacional se trabaja con grandes máquinas pesadas en la colmatación del suelo con el objetivo de evitar las grietas y los colapsos por donde pueda entrar el aíre que provoca el fenómeno de autocombustión de las turbas.

Además, hasta la 'Zona 0' se han llevado varias tuberías para aportar agua desde dos pozos de emergencia, lo que está ayudando a refrigerar el terreno de las altas temperaturas que alcanza.

Carlos Ruiz ha reiterado que "una gran aportación de agua externa" es la solución para frenar esta situación que, como ha reseñado, "desde hace años, tanto desde el parque como desde el Instituto Geológico Minero de España (IGME), veníamos observando se podía producir".

Si la zona se volviera a inundar, no sólo se evitaría el incendio de las turbas, sino que se podría llegar a recuperar parte de su estructura, una vez el agua volviera a humedecer el terreno.