Sonrisa voluntariosa v/s 'rostro pétreo': dos caras para dos ejércitos olímpicos

PEKÍN.- Hay que estar ciego para pasar por alto la marea blanquiazul de voluntarios olímpicos que ha tomado las calles de Pekín. Son un ejército de sonrisas de oreja a oreja. Casi millón y medio de lazarillos para el turista inexperto, traductores multilingües, botiquines andantes, celosos guardianes de la seguridad (o chivatos, según como se los quiera ver). Una especie de robots programados para ser efectivos y amables hasta cotas que asustan.

M. X.

Un mediodía, a finales de julio, una pequeña integrante de esta nueva especie del zoológico olímpico pekinés me abordó en pleno centro de la ciudad. "Hello, ¿a dónde se dirige?". Casi pegué un brinco. La señorita azul, con un polo oficial tres tallas más grande y una gorra dos veces la circunferencia de su cabeza, era la primera que conocía. Mi primer encuentro con estos nuevos pokémon andantes llenos de accesorios.

No había reparado yo todavía en las casetas de voluntarios que de la noche a la mañana habían surgido como champiñones en cada esquina de la ciudad. La joven, decorada con media docena de colgarajos al cuello y pegatinas con la bandera de China en forma de corazón, sólo relajaba su sonrisa para pronunciar con esmero su inglés. He aquí una reconstrucción, basada en hechos reales, de nuestro intercambio de palabras:

(EFE)

Nunca llueve a gusto de todos...

MX: Voy aquí al lado.

VP: Ah, ¿pero a dónde?

MX: No se preocupe, gracias, yo me apaño.

VP: You are welcome. ¿Va al metro?

MX: Sí, al metro.

VP: ¡Ah! ¡Quiere usted ir en metro!

MX: Sí, eso he dicho.

VP: Of course! Si sigue recto por aquí encontrará la estación de Yong’an Li de la línea 1,…

MX: Esteeee…. Perdone….

VP: …pero si necesita ir al Estadio Olímpico…

MX: Señorita, perdone…

VP: …puede utilizar la nueva línea que se estrenó el sábado…

MX: ¡Señorita!

VP: Diga…

MX: Que ya conozco el camino, pero que muchas gracias por su amabilidad.

VP: You are welcome. ¿Necesita un mapa?

MX: No, gracias, ya tengo uno. Llego tard…

VP: Tome éste. You are welcome. Mire, aquí tiene todos los teléfonos de emergencia…

MX: Gracias, gracias…

VP: You are welcome, of course.

MX: Me marcho que llego tarde, ¿okay?

VP: Oh, okay. ¡Gracias!

MX: A usted.

VP: You are welcome. Take care.

He tenido varios encuentros similares y todos han sido de una amabilidad abrumadora. Porque estos chicos y chicas —el acné delata que la mayoría son estudiantes dándolo todo por el país durante sus vacaciones de verano— son el colmo de la corrección y la efectividad. Si la organización de los Juegos está siendo de medalla de oro, seguro que buena parte del mérito se lo deben llevar los estoicos voluntarios.

De hecho, son tan versátiles, que además de sostener el entramado de la organización, hacen de comodines para llenar los asientos que quedan vacíos en las competiciones deportivas preliminares, las que menos público atraen.

Para compensar, la cara de pocos amigos

El contrapunto a los responsables de que Pekín 2008 pase a la Historia como los ‘Juegos de la sonrisa’, son los 110.000 agentes de seguridad, entre policías, paramilitares y otras fuerzas especiales. No tienen caseta como la de los voluntarios —que por cierto, está decorada con la imagen de un presunto español y su acompañante (veáse foto)—, pero también están en cada esquina, embutidos en sus uniformes.

O camuflados con el de paisano, el clásico atuendo del chino de clase y edad medias: pantalones oscuros, camisa de manga corta, cinturón con hebilla metálica (a poder ser dorada, o con el conejito de Playboy, que aquí es una exitosa marca de ropa, no lo otro), cartera bajo el sobaco y cigarrillo. A ellos los delata el móvil con pinganillo (¿será un transmisor?).

La cara de pocos amigos de estos agentes no gusta a ciertos miembros del Comité Olímpico Internacional. El responsable del comité de mercadotecnia, Gerhard Heiberg, ha afirmado que los policías y militares chinos están asustando a los turistas. Tienen una expresión, en opinión de este noruego, "demasiado seria", como un "rostro de piedra". "Los chinos están asustando a los extranjeros, no se puede ser así", dijo a un diario de Oslo. "Si además de dar miedo, tienen armas, es mucho peor".